

Hasta hace poco pegar a un niño, darle un cachete, un manotazo, un pellizco, o incluso darle una bofetada, era visto como algo normal por la sociedad de un modo general.
Durante años, el pegar era parte de la rutina de la mayoría de las familias y escuelas. Muchos padres de hoy ya no se recordarán de los cachetes que les dieron sus padres, porque si lo hiciesen verían que no les han servido de nada, no les han educado, solo les han enseñado a tener miedo.
Autora: Vilma Medina
Fuente: Guiainfantil.com
Acceso al artículo.