

La separación de los padres nunca es fácil y afecta especialmente a los niños ya que tienen que adaptarse a una situación nueva y difícil. Normalmente la separación llega después de un tiempo de deterioro en la relación de pareja y aunque pueda suponer un alivio y el final de una situación de tensión siempre supone un importante impacto emocional para los hijos/as. Los padres lo pasáis mal y vuestros hijos/as también.
Los niños deben afrontar el duelo de la pérdida de unos padres unidos que se ocupaban de él conjuntamente, y el miedo de si el/la seguirán amando igual y seguirá siendo importante para ellos.
Por eso hay que dejar claro que la decisión la habéis tomado porque no os entendías los padres, pero que ellos no son responsables y que siguen siendo tan importantes para vosotros como antes. Que aunque quizás no compartiréis tanto tiempo juntos, los seguís amando igual (al igual que no os olvidáis ni los dejáis de amar cuando están en el cole o en casa de los abuelos …). Los padres debéis seguir manteniendo el mismo grado de responsabilidad y compromiso con los hijos.
Hay que hablar a los niños con sinceridad explicándoles la nueva situación, que los padres no volverán a vivir juntos. Cuando es posible, lo mejor es explicarlo conjuntamente antes de que uno de los dos se vaya de casa. Conviene explicarles cómo será la organización a partir de ahora, donde vivirán, como os comunicaréis … aunque no hay que dejarlo todo atado. Aceptar que seguramente al principio os costará a todos adaptarse a la nueva realidad y tener cuidado en no idealizar la nueva situación. Ayudar al niño a verbalizar sus sentimientos y pensamientos y aceptar las emociones de rabia, miedo, malestar … aunque tampoco os debe inquietar si el niño aparentemente no muestra malestar ni tiene necesidad de hablar mucho. Hay que aceptar su ritmo y sus necesidades sin forzar. Puede suceder que los niños muestren su desacuerdo o problemas asociados con la separación un tiempo más tarde, cuando toman conciencia de las consecuencias de los cambios y sienten a los padres bastante tranquilos para asumir esto.
Ante la separación es natural que se agudicen sentimientos de desconfianza, resentimiento, reproches y dolor para con la pareja pero es necesario que estos sentimientos no interfieran en la relación con los hijos y que no les transmitáis vuestro malestar ni descontento con el otro. No debéis hablar mal, descalificar o criticar al otro delante de los niños. Los padres debéis contar con (interlocutores) familiares y/o amigos que os ayuden a elaborar las emociones y sentimientos que se despiertan en la separación y a entender las motivaciones propias y del otro, así como a pensar qué es lo mejor para los niños en cada momento, ya que uno mismo puede perder la objetividad. En estos momentos de compartir pueden aparecer quejas hacia la ex pareja que pueden escuchar los hijos, por ejemplo, cuando habláis por teléfono o tenéis una conversación mientras ellos parecen distraídos por otras cosas. Hay que estar alerta y ser prudentes de cómo y cuando hablamos de situaciones complicadas.
En las separaciones el reto es a veces enormemente difícil, algunas parejas se separan de forma bastante acordada y cuidadosa, pero en otras hay un poso de resentimiento y agravios vividos muy grande, en uno o los dos miembros, lo que hace muy complicado el control de la expresión de estos sentimientos delante de los hijos. Hay que procurar mantener al margen a los hijos del malestar de los adultos.
Si uno siente que está especialmente atascado conviene consultar con un psicólogo.
Tened en mente que para que el niño se sienta seguro en su crecimiento emocional necesita el afecto de ambos progenitores.
Es importante velar para que se mantenga la relación con la familia extensa (abuelos, primos …) para garantizar el máximo de estabilidad en el entorno del niño y en las relaciones importantes para él. De hecho, cuantos menos cambios (y pérdidas) acompañen la separación mejor: intentar mantener la misma escuela, las actividades extra-escolares, las rutinas con la familia extensa …. También es conveniente informar al/la maestro/a lo antes posible para que pueda dar apoyo al niño y acompañarlo desde la escuela.
Es oportuno también tener en cuenta que en un inicio de la separación se puede necesitar dejar dormir el hijo/a con padre o madre para hacerse compañía mutuamente. Esta situación, cuando se alarga, puede hacer muy difícil después la llegada de una nueva pareja que le «saque de la cama» para instalarse él/ella.
En el caso de que uno de los dos progenitores forme una nueva pareja, se deben evitar comentarios que intenten sustituir al otro por ejemplo decir papá o mamá a la nueva pareja o hacer comparaciones de la nueva pareja con la anterior. Si la nueva pareja tiene otros hijos conviene que encontréis momentos para estar a solas con vuestros hijos de manera que no siempre tengan que compartir su afecto con los otros niños y tengan la experiencia de ser únicos para vosotros en algunos momentos.
Hay que dar a los niños un tiempo para adaptarse a la nueva situación, pero si pasado éste persisten cambios en su comportamiento o síntomas que os preocupan, hay que pedir la ayuda de un profesional.
Tened en cuenta que en el modo de vivir la separación incide la edad y la personalidad de cada niño/a pero también, y de una forma importante, el cómo los padres vivís y enfocáis esta separación.
Eulàlia Sayrach Ferran
Treballadora Social – Arterapeuta
CSMIJ Santa Coloma de Gramenet