

«El autismo es un trastorno psicobiológico de la intercomunicación y la interacción que se crea en los 30 primeros meses de vida y da lugar a un deterioro del desarrollo emocional y cognitivo.» (Lucía Viloca, 2003)
Cuando nace un hijo, la madre establece con él un vínculo, una relación única en la que el bebé responde desde el inicio. Reconoce aspectos sensoriales de la madre como la voz, su olor, el ritmo de su latido … y se calma y contiene con su contacto.
Investigaciones con filmaciones han mostrado como estos comportamientos sociales precoces en los niños con autismo son menos frecuentes y requieren de un papel más activo por parte del adulto.
En este sentido, es importante estimular ocasiones donde crear experiencias de relación con ellos.
Los bebés se relacionan con lo que les rodea entre otras maneras a través del juego. Inicialmente son juegos sensoriales, juegos de falda, masajes, canciones … Son juegos que conllevan un diálogo con la madre, establecen turnos, miradas compartidas …
En el autismo observamos un juego más centrado en el interés por los aspectos sensoriales. Suelen hacer juegos en solitario indicando una falta de juego social. Hacen «juegos» de manos ante sus ojos, balanceo, movimientos extraños, giran sobre sí mismos, corren una y otra vez por el mismo espacio sin un objetivo, abren y cierran luces o puertas, juegan a tirar la arena para ver cómo cae… de hecho, este tipo de conducta en sí no llega ni a ser propiamente un juego y los aíslan de lo que les rodea.
Con los juguetes observamos que los exploran de maneras peculiares y los utilizan sin darles el sentido que tienen. Los pueden hacer girar como si fueran peonzas, o moverlas ante sí mismos. A veces utilizan objetos extraños como si fueran juguetes. Los cogen por sus cualidades sensoriales como por ejemplo un objeto metálico que hace ruido al golpearlo, o pinzas de tender la ropa de colores …. Suelen hacer juegos repetitivos y obsesivos como alinear objetos, intereses por temas concretos como dinosaurios, el espacio … sin dejar lugar a otras aficiones.
Todos estos juegos descritos como hemos comentado no buscan la relación con los demás sino más bien lo contrario. Es importante que como padres busquéis crear un ambiente comunicativo y de juego compartido.
Muchas familias inicialmente valoran que los hijos sean autónomos y se entretengan solos. Que puedan coger lo que necesitan espabilando ellos mismos, desarrollen juegos sin la necesidad constante del otro, pero con los niños con autismo, hay que estimulamos que nos hagan demandas y no predomine el aislamiento.
Es importante poner los objetos que a ellos les interesan a su vista pero sin que puedan acceder directamente para que se vean obligados a hacer la demanda. Poner a una altura en la que no lleguen, o dentro de una caja que no puedan abrir ellos solos o darles un juguete incompleto de modo que tengan que pedir la parte que falta.
También es importante irle poniendo palabras al respecto. Describir lo que pide, o como vemos que le gusta …
Algunos niños aceptan compartir lo que hacen, otros rechazan el contacto y se apartan buscando un espacio donde aislarse. Reaccionan como imanes que se repelen.
Es necesario que como padres puedan respetar las necesidades de sus hijos pero sin dejar de crear oportunidades de juego y relación con ellos.
Para los niños que buscan aislarse, podemos ponernos cerca imitando lo que hacen, cantando si sabemos que les gusta la música, haciendo alguna actividad que les pueda atraer como por ejemplo hacer pompas de jabón … y dejar un tiempo para ver si pueden acabar interesándose, aunque de manera fugaz, por lo que les hemos mostrado.
Necesitará utilizar su creatividad para buscar cómo captar la atención de sus hijos y ser buenos observadores para detectar sus intereses.
Poco a poco, hay que ir trabajando con el objetivo de crear experiencias donde su hijo pueda disfrutar de la relación.
Pasar una pelota, hacer ritmos sonoros por turnos a través de un instrumento o dando palmas …
El juego va evolucionando en función de las capacidades que el niño va logrando. En un principio se centra mucho en su propio cuerpo. Juegos de falda, masajes …
Se le debe ofrecer al niño el tiempo y los medios para poder jugar, pero fundamentalmente se le debe ofrecer la presencia del adulto. Cualquier propuesta puede ser buena si la puede compartir.
Los cubos apilables son los primeros juegos de construcción. A algunos niños inicialmente les gusta que los padres construyan la torre por ellos tirarla. Esta puede ser una primera opción para este tipo de juego. Puede ponerse a su lado ayudándole a aguantar que la torre esté toda construida, contar hasta tres (si aguanta) antes de tirarla.
La idea es crear espacios con los hijos que impliquen interacciones. Establecer círculos de comunicación.
Si el juego que le puede interesar es el de alinear objetos, puede alinearlos inicialmente a su lado, haciendo la misma fila o una paralela. Poco a poco habrá que encontrar la manera de ir encontrando como hacerle pequeños cambios, pero sin estos primeros pasos compartidos no pueden llegar.
También hay una gran dificultad para hacer un juego de grupo por la falta de destreza a la hora de relacionarse con los demás, la falta de empatía y las dificultades para comprender los pensamientos de los demás y la dificultad para interpretar las normas.
Necesitan, por tanto, de un entrenamiento a través de una relación inicial uno a uno, donde el adulto le ayude a ir aprendiendo a respetar los turnos y comprender algunas normas sociales del juego.
El juego de siempre ha sido una herramienta de aprendizaje. Jugamos desde que nacemos durante toda la vida. Tanto niños como adultos necesitan jugar, por lo que los animamos a continuar jugando con sus hijos.
Marta Jodar López
Psicóloga
CSMIJ Santa Coloma de Gramenet